Los sagrados índices de audiencia son el salvaconducto que encumbra a un programa pero también el pasaporte a la nada de otros. Cifras afiladas como una guillotina con la que los directivos de programas en televisión, guionistas y publicitarios se desayunan y cuyo análisis provoca algún que otro corte de digestión.
En España los no llega a 4.000 audímetros son el espejo donde las costumbres televisivas de todos nosotros se reflejan. ¿Suficientes aparatos? ¿Representativos los hogares elegidos? Muchas preguntas para un aparato menos identificado que un ovni. Lo cierto es que medios y agencias entran en el juego diario del cálculo de sus televidentes y consumen los datos que TNSofres (la más importante en el negocio de medir) les proporciona como el pan de cada día.
A propósito de audiencias y mediciones, una peli "El Juego de las audiencias" (Danny De Vito, 1984) que satiriza lo que un ávido productor puede llegar a hacer para conseguir audiencia, nos ha servido para ejemplificar que todo vale para lograr situar un rancio producto televisivo en el primer lugar del ranking. Mientras los telespectadores, que solo cuentan como números, viajan a la deriva ajenos a los negocios que se manejan en los holdings mediáticos. La peli no es de premio pero retrata con acentuado humor las visicitudes de un negocio y provoca más de una carcajada ante el esperpento de lo que puede llegar a ser.
lunes, 7 de abril de 2008
¿Un audímetro es un ovni?
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